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Una antología de la Asociación Prometeo de Poesía

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Poesía de Siempre      Francisco de QUEVEDO Y VILLEGAS


Francisco de QUEVEDO Y VILLEGAS







La antología Poesía de Siempre se ha preparado con 50 poetas de lengua española contenidos en el libro Poetas del pasado, de Juan Ruiz de Torres, más otros seleccionados, ilustrados y comentados por distintos antólogos cualificados, en varios países.

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  Poetas incluidos
    De la N a la Q
  Antólogos
   

BIOGRAFÍA.
Madrid (España), 1580-1645. Su familia pertenecía a la aristocracia cortesana. Estudió en el colegio de la Compañía de Jesús en Madrid y en la Universidad de Alcalá (Madrid). Cursó estudios de teología en la Universidad de Valladolid (1601-1606). En 1606 volvió a Madrid en busca de éxito y bienes materiales bajo la protección del duque de Osuna. En 1613 viajó a Italia llamado por dicho duque, entonces virrey de Nápoles, quien le encomendó importantes misiones diplomáticas, tomando parte en una conjuración. El duque de Osuna cayó en desgracia en 1620 y Quevedo sufrió destierro en su Torre de Juan Abad, de la que era Señor (1620), más tarde prisión en Uclés (1621) y, de nuevo, destierro en la Torre. Felipe IV levantó su castigo. Su relación con una supuesta conspiración con Francia, hizo que fuese detenido en 1639 y encarcelado en San Marcos de León. Al quedar libre, en 1643, se retiró a su Torre para después instalarse en la vecina Villanueva de los Infantes, donde murió el 8 de septiembre de 1645. Se conserva cerca de un millar de poemas pero, al no haberse preocupado nunca en editarlos y procediendo los que se conservan de personas próximas a él, se supone que escribió muchos más. Después de su muerte se publicaron en dos volúmenes Parnaso español (1648) y Las tres musas (1670). (Enrique Valle)


AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;

mas no de esotra parte en la ribera
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama el (*) agua fría,
y perder el respeto a ley severa.

Alma a quien todo un Dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido,

su cuerpo dejará (**), no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.

(*) en varias versiones: la; (**) en varias versiones: dejarán


A UNA NARIZ

Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un peje espada muy barbado.

Era un reloj de sol mal encarado,
érase una alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón más narizado.

Erase un espolón de una galera,
érase una pirámide de Egipto;
las doce tribus de narices era.

Erase un naricísimo infinito,
muchísimo nariz, nariz tan fiera
que en la cara de Anás fuera delito.


COMENTARIOS
Espíritu burlón y al tiempo reflexivo, Quevedo vivió preocupado por los problemas de una España que se venía abajo. Prosista singular (v.g.. El Buscón), Quevedo fue el artífice principal, si no el creador, del Conceptismo en poesía. Hasta hoy nos admiran su oda "Al sueño", sus letrillas llenas de donaire, sus insuperables 'jácaras' o canciones de malevaje, y sus eternos sonetos -muchas veces de difícil interpretación, pero que siempre guardan una perla al que en ellos escudriña-; no se puede leer sin estremecimiento el verso final de "Amor constante más allá de la muerte". (Juan Ruiz de Torres)