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Una antología de la Asociación Prometeo de Poesía

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Poesía de Siempre      Rafael MONTESINOS


Rafael MONTESINOS







La antología Poesía de Siempre se ha preparado con 50 poetas de lengua española contenidos en el libro Poetas del pasado, de Juan Ruiz de Torres, más otros seleccionados, ilustrados y comentados por distintos antólogos cualificados, en varios países.

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BIOGRAFÍA.
Sevilla (1920) - Madrid (2006). Ensayista. Director de la Tertulia Literaria Hispanoamericana (desde 1954) Presidente del Instituto Cultural Andaluz. Crítico, ensayista, editor literario. Premio Nacional de Ensayo (1977), Fastenrath (1979). Miembro de la Hispanic Society. Hijo Predilecto de Andalucía (1989). Comendador de la Orden de Isabel la Católica (2002). Entre sus premios, Ateneo (1953), Ciudad. de Sevilla (1957), Nacional de Poesía (1958). Estudios: Bécquer, biografía e imagen (1977), La semana pasada murió Bécquer (1993). Poemarios: Balada del amor primero (1944), Canciones perversas para una niña tonta (1946), El libro de las cosas perdidas (1946), Cuaderno de las últimas nostalgias (1948), Las incredulidades (1948), Los años irreparables (1952), Cuaderno de las últimas nostalgias (1954), País de la esperanza (1955), La soledad y los días (antol. 1956), El tiempo en nuestros brazos (1958), Breve antología poética (1962), La verdad y otras dudas (1967), Cancionerillo de tipo tradicional (1971), Poesía 1944-1979 (1979), Estatua del olvido (1980), Ultimo cuerpo de campanas (1980), De la niebla y sus nombres (1985), La memoria y el martes (1993), Antología poética 1944-1995 (1995), Antología por soleares (1996), Con la pena cabal de la alegría. 1986-1996 (1996), Antología poética (2003).


EL VIAJERO

¿Por dónde voy? Cruzo un bosque
espeso, sucio, sombrío.
Sospecho que este tren siempre
no irá por el mismo sitio;
noches, lunas, días, soles,
días, noches, pobres, ricos...
Encuentro incómodo el tren,
pero este tren es el mío.
Miro hacia fuera: los montes
lejanos, el cielo limpio.
Detrás de aquellas montañas,
las preguntas de mis hijos.
No sé qué decirles, yo
que tanto he hablado conmigo,
razonando las verdades,
que el tiempo cambió de sitio.
Aquí está mi corazón
y allí la injusticia. Digo
que soy de un tiempo y quisiera
llegar con tiempo preciso,
detrás de aquellas montañas
que son de un tiempo distinto.
No estaré sólo, lo sé,
cuando llegue a mi destino.

(De La verdad y otras dudas, 1959-1967)


A MARISA, RODEADA DE ARCÁNGELES

Otra vez, ala negra, el desaliento,
terco cuervo que cruza por mi frente,
encorvándome, torvo, de repente,
hacia la tierra el alto pensamiento.

Y otra vez la tristeza, negro viento,
aullando por un pecho diferente
al de ayer; este pecho que no siente
su dolor, de tan dado al sufrimiento.

Pero te tengo a ti, mujer, ahora,
paisana de mi pena y mi alegría,
alma que de mi alma se enamora.

Bajo tu planta el cuervo está vencido,
y por dentro me va la letanía
del cielo que me tienes prometido.


COMENTARIO
No cabe duda de que el tren, en el poema que arriba figura, es la vida y el viaje es el camino que lleva hacia la muerte. Rafael Montesinos, con lenguaje directo y en octosílabos asonantados, describe nuestro paso por el mundo. "Encuentro incómodo este tren / pero este tren es el mío", dice, porque cada cual debe hacer frente a las desgracias e injusticias que, a lo largo del viaje, saldrán a nuestro encuentro. En el poema hay tres niveles bien marcados y que, de menor a mayor importancia, el poeta describe: vida cotidiana, familia, Dios. En los primeros versos habla de las "dificultades del camino" (1). Luego, serán "sus hijos" el centro de la preocupación; incluso se percibe el desconcierto del poeta ante la pérdida de valores de nuestra sociedad (2). El poema acaba con la llegada al "más allá", a la otra vida. Sorprenden los dos últimos versos (3): si todo el poema fue escrito en tono pesimista, donde preocupaciones y dudas revestían los estadios de la parte material, al llegar al estadio espiritual el poema se levanta, se torna optimista. Rafael Montesinos tiene la certeza de que el viaje concluye en Dios. (Ángela Reyes).

La poesía de Rafael Montesinos reúne emoción y ritmo. Sus temas favoritos son su infancia y el amor. Su emoción se transparenta, porque, ausente de hermetismo, está llena de garbo y campechanía. Su ritmo, traducido primordialmente en verso corto, se regodea en soleares, canciones y seguidillas. Aunque su Arte Mayor no desprecia ni mucho menos el soneto, del que es un constante cultivador. Siempre tuvo la poesía de Rafael corazón de niño: "¡Campanas de Santa Clara! / Nadie pudo todavía / separarme de mi infancia." Jugó con frases hechas para darles trascendencia poética y con nombres para convertirlos en verbos: "sangabrielaba, mandarinearé, sevilleaba". Sin olvidar una ronda constante a la mujer: "En primavera / te vi / por vez primera. / ¿Sería / que eras tú la primavera? / Sí; / eso sería." Para cubrirlo todo como un baño de oro, con su singular melancolía. Él mismo lo dijo: "A tristeza que huye, risa de plata" (José Javier Aleixandre)