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Una antología de la Asociación Prometeo de Poesía

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Poesía de Siempre      Dulce María LOYNAZ


Dulce María LOYNAZ







La antología Poesía de Siempre se ha preparado con 50 poetas de lengua española contenidos en el libro Poetas del pasado, de Juan Ruiz de Torres, más otros seleccionados, ilustrados y comentados por distintos antólogos cualificados, en varios países.

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BIOGRAFÍA.
La Habana (Cuba, 1902-1997). Aunque su verdadero nombre era María Mercedes, siempre se la conoció como Dulce María. Doctora en Derecho Civil (Universidad de La Habana). Novelista, cuentista, ensayista. Fue Miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo (Málaga), Miembro Correspondiente de la Real Academia de la Lengua, Premio Nacional de Literatura y Premio Nacional de la Crítica. Obra poética: Versos (1938), Juegos de agua (1946), Poemas sin nombre (1953), Carta de amor a Tut-ank-amen (1953), Obra lírica (1955), Últimos días de una casa (1958), Poesías escogidas (1984), Poemas náufragos (1991), Poesía completa (1991), La novia del Lázaro (1991), Bestiarium (1991), Diez sonetos a Cristo (plaq. póst. 1998). Premios: Nacional (1987), Crítica (1991), Cervantes (1992). Numerosas distinciones nacionales y extranjeras.


MÁS BIEN

¿Estrella dices? No.
más bien la nube. La nube un poco borrosa:
la nube que no tiene
color ni forma ni destino;
a la que no se dan bellos nombres de dioses.
Más bien la fugitiva nube siempre flotando.
la desflecada nube
que nadie ama.
Sí, más bien la nube que se va pronto,
se esfuma, se deshace. y más nada.


MAL PENSAMIENTO

¡Qué honda serenidad
el agua tiene esta noche!
Ni siquiera brilla:
tersa,
obscura, aterciopelada,
está a mis pies extendida
como un lecho.
No hay estrellas.
Estoy sola y he sentido
en el rostro la frescura
de los cabellos mojados
de Ofelia.


COMENTARIOS
Fue Dulce María Loynaz, indudablemente, una de las voces mayores de la lírica latinoamericana contemporánea. Profundidad, ternura cósmica, inspiración sostenida y bellísimas imágenes que nos hieren y nos calman a la vez, gracias a su proverbial dulzura y sencillez: esto es la poesía de Dulce María. Que celebra la belleza de lo existente (el amor, la naturaleza, las pequeñas cosas.), tanto en la exultación como en la tristeza. Un asiduo tú rompe su designio de aislamiento y soledad; pero un tú generalmente lejano, ausente ("Tal vez tú nunca fuiste/ más que un invento de mi soledad"). Lo mismo que un matiz religioso -que nos trae algún eco de Tagore- mas teñido de cierta desolación y desencanto. (Sara Vanégas Coveña)

Zenobia Camprubí nos da cuenta en su Diario de la presencia constante de la familia Loynaz del Castillo en los años habaneros de la década de los 30. Sobresalía en aquella familia de ilustrados cubanos la figura aparentemente frágil, pero de una nerviosa e intensa actividad, de Dulce María. Juan Ramón reconoció inmediatamente en ella al ángel poético y recogió poemas suyos en su antología La poesía cubana en 1936. Dulce María Loynaz pertenece a la segunda generación literaria de la República, donde se concentra un número reducido de excelentes poetas que hacen suyos los anhelos de perfección de la llamada "poesía pura". Unidos al magisterio juanramoniano, junto a Dulce María, se agrupan voces tan importantes como las de Mariano Brull, Eugenio Florit y Emilio Ballagas. A diferencia de sus compañeros generacionales que incorporaron nuevas maneras de decir a su poética, Dulce María Loynaz fraguó una obra "sostenida en su trémula delicadeza, la mejor voz de este tono que hemos tenido", al decir de Cintio Vitier. En efecto, la biografía literaria de la cubana es una historia de intimidad, es la crónica de una ahondada sensibilidad de la que van desapareciendo los ornatos y que cristaliza en una engañosa sencillez. La madurez de su obra se perfila ya en
Juegos de agua (1953), donde el poema en prosa escribe el reverso de su novela poética Jardín (1951). En 1958 aparecieron dos libros especialmente queridos a la autora: Últimos días de una casa, poema de amorosa tensión, y Un verano en Tenerife, donde la descripción lírica y la fantasía poética se adunan en un íntimo memorial. Entre sus últimas publicaciones destacan Bestiarium, un delicado registro poético de la animalia más querida, y La novia de Lázaro, ambas de 1991. Dulce María Loynaz, generosa y elegante, rodeada de perros y gatos, vio desfilar con decoroso escepticismo la historia de su país desde el portal de su casa, en el barrio habanero de El Vedado. Allí recibió y alentó a los jóvenes, como antaño recibiera a Juan Ramón, a García Lorca y a Cernuda. Premiada y reconocida en sus últimos años, ignorando el vanidoso relumbrón de la actualidad, pudo continuar afirmando desde su portal habanero: "Un poeta es alguien que ve más allá del mundo circundante y más adentro en el mundo interior. Pero además debe unir a esas condiciones una tercera más difícil: hacer ver lo que ve". (Pío E. Serrano)