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Una antología de la Asociación Prometeo de Poesía

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Poesía de Siempre      César DÁVILA ANDRADE


César DÁVILA ANDRADE







La antología Poesía de Siempre se ha preparado con 50 poetas de lengua española contenidos en el libro Poetas del pasado, de Juan Ruiz de Torres, más otros seleccionados, ilustrados y comentados por distintos antólogos cualificados, en varios países.

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BIOGRAFÍA.
Cuenca (Ecuador), 1918 - Caracas (Venezuela), 1967. Tras largos años en Venezuela, se suicidó en un hotel de Caracas. Poemarios: Oda al Arquitecto. Canción a Teresita (1946), Espacio, me has vencido (1947), Catedral salvaje (1951), Arco de instantes (1959), Boletín y elegía de las mitas (1960), En un lugar no identificado (1962), Conexiones de tierra (1964), La corteza embrujada (1966), Materia real (póst. obra, 1970, 1984), Poemas de amor (póst. s/f), Obras completas (póst. 2 tomos, 1984).


TAREA POÉTICA

Dura como la vida la tarea poética,
y la vida desesperadamente
inclinada, para poder oír
en el gran cántaro vegetativo
una partícula de mármol, por lo menos,
cantando sola como si brillara
y pinchándose en el cielo más oscuro.

Atravesábamos calles repletas de sal
hasta los aleros, y la barba
se nos caía como si sólo hubiera estado
escrita a lápiz.
Pero la Poesía, como una bellota aún cálida,
respiraba dentro de la caja de un arpa.

Sin embargo, en ciertos días de miseria,
un arco de violín era capaz de matar a una cabra
sobre el reborde mismo de un planeta o una torre.
Todo era cruel,
y la Poesía, el dolor más antiguo,
el que buscaba dioses en las piedras.
Otro fue
aquel terrible sol vasomotor
por entre las costillas de San Sebastián.
Nadie podrá mirarte como entonces
sin recibir
un flechazo en los ojos


JORNADA

Cuando todo acaba por sonreír en polvo
y es leve como el agua la contienda,
comiendo mi arroz sin peso
-pequeña blancura de un estío de amor-,
yo te amo
a través de los granos calientes
que suben transpirando en su vuelo.

Después de comer, bebo
contemplando mis dificultades de caballo.
Y de pronto,
estoy puro Dios hasta el fondo
del gran cántaro
de arcilla cocida al sol
en el mes de septiembre, cuando
el gusano contempla la calavera
de ojos y de yeso.

Estoy dentro, y
soplan
mis células hacia la mujer
que prepara mi Última Cena
con sábanas más altas que la hierba.


COMENTARIOS
Leer a Dávila Andrade -uno de los mayores poetas ecuatorianos del siglo XX- es adentrarse, a través de un lenguaje estilizado, solemne, sentencioso, en un mundo que rapta nuestra sensibilidad hacia campos de exaltadas en un mundo que rapta nuestra sensibilidad hacia campos de exaltadas metáforas -de genuina raíz surrealista, frecuentemente-, de imágenes plenas de novedad y extrañeza. En una poesía que se mueve entre lo terrenal y lo místico, esotérico, para ofrecernos una mirada doliente, desolada del ser humano. (Así, en Boletín y elegía de las mitas, se comparan los sufrimientos del indio conquistado con la pasión de Cristo). Poesía signada por el dolor, el desencanto: El hombre no es sino un "expósito en la nada", y la poesía misma, "el dolor más antiguo de la tierra". Hay en Dávila Andrade un sabor insistente a nostalgia, una sensación de haber sido expulsados del paraíso, para siempre. Ahora solo quedan recuerdos y deseos, en visiones de relámpago, en palabras, tantas veces insuficientes, inútiles: "¡Y te quemaré en mí, Poesía!". Y queda la pasión, por siempre, del poeta. (Sara Vanégas Coveña)