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Una antología de la Asociación Prometeo de Poesía

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Poesía de Siempre      Yolanda BEDREGAL


Yolanda BEDREGAL







La antología Poesía de Siempre se ha preparado con 50 poetas de lengua española contenidos en el libro Poetas del pasado, de Juan Ruiz de Torres, más otros seleccionados, ilustrados y comentados por distintos antólogos cualificados, en varios países.

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BIOGRAFÍA.
La Paz (Bolivia), 1916-1999. Poeta, narradora, artista, ensayista y promotora cultural fue distinguida como "Yolanda de Bolivia" en 1948, por el importante grupo literario boliviano "La 2da Gesta Brava", y como "Yolanda de América" por la Sociedad Argentina de Escritores. Estudió artes en la Academia de Bellas Artes y en 1936, fue becada por Barnard College de la Universidad de Columbia, en Nueva York. Enseñó en varias universidades de La Paz y de Sucre. Ocupó posiciones directivas desde las que se dedicó a la difusión del arte y de la literatura boliviana. En 1973 ingresó como Miembro de Número a la Academia Boliviana de la Lengua correspondiente a la Real Academia Española. Fue distinguida con el Premio Nacional de Poesía, el Premio Nacional de Novela "Erich Guttentag", el Escudo de Armas de la ciudad de La Paz y la Gran Orden de la Educación Boliviana, la Medalla "Gabriela Mistral" otorgada por el gobierno de Chile, y la Condecoración Parlamentaria Nacional en el grado de Bandera de Oro, por el Congreso de Bolivia. Su producción poética incluye: Naufragio (1936), Poemar (1937), Almadía (1942), Nadir (1950), y Del mar y la ceniza (1957).


REBELIÓN

Miraba yo la pampa inmensa soñando con el mar.
Miraba yo la pampa tensa, tan alta, tan serena,
tocando con el cielo su frente de cristal;
un acorde de grises y violetas su manto,
que altura en la belleza!
que altura en la belleza!
que majestad estática en el día altiplánico!

De pronto un niño llora.
Entre la paja brava, con su ponchito viejo
llora un niño. ¿Por qué?
Quién sabe...

El indio aymará se lleva el grito en su raza,
y su clamor innato
desgarra la serena nobleza del paisaje.

Un niño, un llanto humano es una herida abierta
que ensangrienta este mundo.
Tiemblan y se estremecen los monolitos míticos:
se rompen y entreveran los caminos de paz.
Hay maldad en la tierra.
Arde lo que era de hielo.

Las palabras suaves se crispan en los puños
desafiando al relámpago.
Corro sobre la pampa desaforadamente;
me quema el corazón como una brasa.
Hay maldad en la tierra, hay injusticia.

Quizás más lejos halle la bandera que busco.
Quiero la gleba abierta con sus labios de surcos
como un libro de música.
Quiero que se calme este llanto de niño
que es llanto del mundo.



OJOS PARA EL LLANTO AJENO

Déjame llorar el llanto de todas tus soledades
y de todos tus cansancios.
Siempre he llorado abandonos y pena de los demás,
mi amor nunca fue mi amor.
Siempre fue cubrir heridas abiertas por otra mano.
Mi vida nunca fue mía.
Cada vida es algo mía, yo soy de todas las vidas.
No será mía mi muerte.
¡Ni eso tengo sólo mío! Todos se mueren en mi…
sólo lloro el llanto ajeno y el dolor de los demás.

Has de olvidarme mañana, lo mismo que él me olvidó.
Tengo en mí, sino de madre;
todos lloran en mi falda y yo siempre lloro sola.
¿será que rechazo al hijo
eterno que duerme en mi y su lamento obstinado
es un gong de negación?
Lloro por todos los hombres en cansancio y soledad.

¡Nada es mío! ¡Nada es mío!
Ni mis ansias, ni mi hijo, ni mi vida, ni mi amor.
Sobre el sordo Cosmos lloro
cansancios y soledad.


COMENTARIOS
De rigurosa escritura, Bedregal era consciente de que todo poema debía ser trabajado hasta el punto de reducir lo escrito al menor número posible de palabras. Uno de los aspectos sobresalientes de su poesía es la de combinar la experiencia individual y la colectiva en el contexto de denuncia de injusticias sociales, como la marginalización de la mujer, la discriminación racial y el desamparo de los niños. Tema recurrente en su obra es la conciencia de tener que luchar por los otros ("Mi voz era la muda/rugiente voz de todas las mujeres del mundo"), y saber que a veces ella misma desaparece en esa representación colectiva ("Mi vida nunca fue mía"). El amor mismo comparte esta dualidad ("¡Catacumba de agua, amor! ¡No me conoces!/Ni nadie nos conoce./ Sólo hay fugaces roces/desencuentros, en la prieta mudez de encrucijadas"). Los poemas de soledad existencial agudizan su vena introspectiva.Yolanda Bedregal encontró un lenguaje poético de gran precisión para articular la búsqueda de la armonía entre lo sereno y lo áspero, la luz y las sombras, lo religioso y lo mítico, el respeto por las diferencias y la complejidad de la convivencia. (Nela Rio)