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Poetas incluidos
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Análisis Arquetípico
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BIOGRAFÍA.
Jimena de la Frontera, Cádiz, España, 1946
Miem. Patronato, grupo Prometeo (A.P.P.); Secr. General, Tesorera (1980). Fund. Vicepres. Asoc. El Foro de la Encina, Casa del Tiempo, grupo Octógono. Novelista, cuentista. Animadora poesía. Subdir. rev. Cuadernos de Poesía Nueva. Codir. edit. Altorrey Editorial. Colab. Principal I.R.P.E. (2000). Prometeo de Bronce, Medalla del XXV Aniversario (A.P.P.). E: p. Juan Ruiz de Torres. Canciller de la Orden de la Encina. Prem. narr. Juan Pablo Forner (1999). Publicó narrativa, cuento, artículos prensa. Poemarios publicados: Amaranta (1981), La muerte olvidada (1984), Labio de hormiga (con J. Ruiz de Torres, 1985), Sonetos para la vida (con J. Ruiz de Torres, plaq. 1985), Lázaro dudaba (1987), Calendario helénico (con J. Ruiz de Torres, 1987), Viaje a la Mañana (con J. Ruiz de Torres y con A. Villaverde, 1987), Crónica de un lirista naufragado (1991), La niña azul (plaq. 1991), Cartas a Ulises de una mujer que vive sola (1992), El cuerpo y sus lenguajes (con J. Ruiz de Torres y con A. Villaverde, plaq. 1992), Subiendo por los manteles, a la mano derecha (con J. Ruiz de Torres, plaq. 1994), Breviario para un recuerdo (1997), Hija de la Frontera (miniantol. plaq. 2000), Carméndula (2000). Estudios de poesía: Muestra consultada de la poesía en español (colab. 1994), Codir. Quién es quién en Poesía (1985,1987,1990,1995). Premios a poemarios: San Lesmes Abad (1986), Leonor (1991), Cdad. de Valencia Vicente Gaos (1994), Villa de La Roda (1991), Blas de Otero (2000). Sobre su poesía: Albert Robatto, Matilde: Eros femenino en la poesía española contemporánea (plaq. 1996); Peña Hernández, Jesús de la: Las variaciones de Angela Reyes (plaq. 1998).
Ficha en el I.R.P.E.:
E0101.
Correo electrónico:
errete2001@yahoo.es
EL PUEBLO NO TENÍA MAR,
ni olores a gaviota en celo.
El pueblo olía a ferrocarril.
a grasa de traviesa
y mecha de candil de jefe de estación.
Hacia el atardecer los trenes suspiraban
y el vaho de las calderas
recorrían las calles sumergiéndolas
en brumas y neblinas.
La humedad repintaba en los cristales
mapas de islas bucaneras
y dejaba en la ropa por secar
olor a palodulce de los valles del trópico.
Allí
no se hablaba del mar pero sí de la luna
a la que el loco puso un nombre de mujer
y la llevó a su vida,
muy cerca de sus labios
para enseñarle a palpitar,
enseñarle los cuartos más crecientes
del corazón de un hombre.
(Inédito, 2003)
ERA UN TRABAJO DE MUJERES
limpiar el óxido y la yedra
al joven que en la fuente
orinaba mirando el horizonte.
Entre madres e hijas
quedó la ciencia del frotado,
el gusto de arrancarle al cobre
el moho que los inviernos dejaran al partir.
Sólo ellas sabían la leyenda
del triste desterrado, los siglos que llevaba
exhibiendo su nardo bello
en fuente para aves.
Y sabían también
qué noche, qué minuto de febrero bisiesto,
el caño del orín pasaba a ser melaza
que al beberla
mitigaba el insomnio
y muchos otros males del alma femenina.
(Inédito, 2003)
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